sábado, 30 de octubre de 2010

Entrevista a Ignacio Alés

Como comentabamos en el boletín aquí teneís la entrevista completa a Ignacio:


Háblanos un poco de ti ...

Aunque la mayoría me conocéis, os adelanto algunas informaciones elementales de mi persona...Mi nombre es Ignacio, tengo 36 años, y estoy felizmente casado desde hace 10 años con Mabel. Tenemos 3 hijos: Mabel con 7 años, Nacho con 6 años y Lucía con 2. Aunque soy de Sevilla, los evidentes motivos personales que os he contado me han llevado a residir en este municipio al que tanto cariño le he cogido. Soy Ingeniero de Telecomunicaciones y trabajo en la Junta de Andalucía. Obviamente, he recibido y acogido la vocación de Salesiano Cooperador...

¿Desde cuándo eres Salesiano Cooperador? ¿Qué te motivó a formar parte de esta rama de la Familia Salesiana?
   
Hice la promesa en Utrera, junto con mi esposa, en octubre del año 1999. La decisión de formar parte de la Asociación de Salesianos Cooperadores llega al final de un proceso de discernimiento en el que se confronta la vida con el Evangelio y con el estilo salesiano de don Bosco. Este tiempo me permitió comprobar dos cosas: Primero, que era el Señor el que me llamaba a esta vocación y segundo, que el proyecto de vida del Cooperador era el que yo deseaba para mi vida, y que de hecho, por aquel entonces ya estaba viviendo en buena medida. Por tanto, motivos dos: un origen que me movía, Dios y un destino al que llegar, el proyecto de vida del Salesiano Cooperador.

¿Qué es lo que más te entusiasma de nuestra Asociación?
   
Creo que lo más valioso en nuestra Asociación son las personas que lo integran, que me motivan a participar en los encuentros, y la genialidad de Don Bosco como modelo de persona que supo organizar y movilizar a toda clase de gentes para hacer el bien.

¿Qué es lo que más valoras de tu vocación de salesiano cooperador?

La participación en la vida de la Asociación me ha hecho disfrutar de muchos “elementos” que están a nuestra disposición: personas, proyectos, formación, momentos especiales, etc. No obstante, el valor reside para mí principalmente en Aquél que me llamó, y que me sigue llamando (no se calla!!). En Él está el valor y el sentido de todo.
   
A tu parecer en qué circunstancias se encuentra actualmente la Iglesia con respecto a los jóvenes.

Me cuesta dar una respuesta global, ya que mi perspectiva es muy corta y mi saber muy limitado. No obstante, os daré mi opinión, la Iglesia tiene por un lado, una gran barrera con los jóvenes y con la sociedad en general, y es su “mala” imagen, es decir, poco marketing. Pensemos como ejemplo el impacto mediático que ha tenido recientemente los casos de abusos a menores. Pero por otro, un gran atractivo, la radicalidad y autenticidad del evangelio. En esa batalla está la Iglesia, en conseguir testigos válidos socialmente que acerquen el mensaje de Jesús a las vidas de los jóvenes.


El aguinaldo del Rector Mayor para el 2010 nos habla de que “A imitación de don Rúa, como discípulos auténticos y apóstoles apasionados llevemos el Evangelio a los jóvenes”, ¿qué debe significar esto para un cooperador? ¿Qué espera Don Bosco de los Cooperadores de hoy?

Significa que hay un problema actual con los discípulos, que parece que nos son auténticos, y con los apóstoles, que parece que no son apasionados... Por tanto, para llevar el Evangelio a los jóvenes primero hay que vivirlo profundamente (conocerlo, meditarlo, orarlo), vivir del amor a Jesús, aspirar a la santidad...¿Quién está dispuesto?
No se que querrá Don Bosco de los Cooperadores de hoy, no se lo he preguntado... (je,je). No obstante, pienso que nos podría pedir “trabajo, trabajo y trabajo” por el bien de la juventud y de los más necesitados.
   

¿Qué debe suponer para un Cooperador el Proyecto de Vida Apostólica? 

Su carta vital de identidad y su marco de referencia en la vida asociativa. Sin duda, un texto que debe conocer e interiorizar.

Actualmente, ¿qué pregunta se deberían hacer los salesianos cooperadores?

Siempre la misma, ¿qué quiere Dios de mí?. No estamos dentro de esta Asociación o de la Iglesia para hacer nuestra voluntad, sino la de Aquél que nos concedió el don de esta vocación. Precisamente en esto consiste la santidad, en conformar nuestra voluntad a la de Dios.