Háblanos de ti…
Soy el sexto de siete hermanos de los cuales, cuatro, tuvimos la suerte de ser alumnos salesianos. Nací en Benalup (Cádiz) y estudié bachillerato, en régimen de internado, en Campano, lugar cercano a mi pueblo. Después hice Magisterio en Cádiz y mis dos primeros años de maestro los ejercí en el colegio salesiano de esa ciudad. Más tarde, la mili, etc, etc.
¿Desde cuándo eres salesiano cooperador? ¿Qué te motivó a formar parte de esta rama de la Familia Salesiana?
Siempre llevé a gala el haber estudiado en los salesianos, me sentía orgulloso… A pesar de que, por circunstancias, estuve alejado durante años de ellos, no me olvidé nunca de María Auxiliadora y de Don Bosco. A mis alumnos les hablaba en muchas ocasiones de ellos,…y en momentos de apuros recurría siempre a María Auxiliadora. Años más tarde de llegar a Utrera, conocimos Milagros, mi esposa, y yo a Sebastián Ganga y Cosuelo Picón por cuestiones político-municipales y gracias a ellos empezamos a acercarnos al colegio acudiendo a misa, frecuentando la asociación de antiguos alumnos, …hasta que vino Enrique Vargas y creó un grupo de aspirantes a salesianos cooperadores y nos invitó, a lo que me resistí un poco pues no sabía donde me metía y de si iba a poder cumplir con los encuentros, las reuniones y compromisos, porque por entonces mis hijos, por su edad, nos necesitaban mucho y uno de ellos era aún bebé. Una vez asumida y aceptada la llamada, mi entrega, creo, fue total, en todo participaba con entusiasmo y acudía feliz, era tan pequeño que tenía que crecer mucho…y aun me queda…
¿Qué es lo que más te entusiasma de tu vocación de salesiano cooperador?
El poder desarrollar mi religiosidad a través de nuestra asociación y sus actividades, es decir, al estilo salesiano, el haber encontrado una nueva familia cuyos miembros se tienen un afecto especial, saber que tienes seres cercanos que no te van a fallar,…
¿Qué es lo que más valoras de tu vocación de salesiano cooperador?
Estoy implicado en varios grupos de la Familia Salesiana. Yo soy, ante todo, salesiano cooperador. Esto tiene prioridad sobre todos los demás grupos y sobre todos los demás asuntos de mi vida cotidiana, aunque, como es natural, siempre habrá alguna vez causas mayores que no podré eludir y a las que estaré obligado. Mi querida tía Luisa me enseñó que la obligación es antes que la devoción. Hay una promesa ante el Señor, la Virgen y Don Bosco, hecha de manera solemne, y eso es muy serio…, una vez que di el paso, ya es para siempre.
A tu parecer, ¿en qué circunstancias se encuentra actualmente la Iglesia con respecto a los jóvenes?
¿Son estos tiempos peores que los de Don Bosco? Ni peores ni mejores, otros. Hay que realizar nuestra actividad con los niños y jóvenes cada día, sin pensar que lo que hacemos está cayendo en saco roto al ver lo poco que prosperamos a veces. Hemos de pensar que la cosecha de lo que sembramos quizás no la veamos y seguramente la recogerán otros. En cuanto a la Iglesia, no sé de donde salen tantos jóvenes cuando los cita el Papa. No hay personaje en el mundo que sea capaz de reunir a más gente, pero pensemos que no es él el que los reúne , sino que es Cristo. Pues confiemos en Ël porque nunca nos abandonará, aunque lo parezca. De todas maneras hagamos nuestro trabajo, serio, comprometido y trascendente con los jóvenes y con quien lo necesite cada día, que el Señor hará el resto.
El aguinaldo del Rector Mayor para el 2010 nos habla de que “A imitación de don Rúa, como discípulos auténticos y apóstoles apasionados llevemos el evangelio a los jóvenes”, ¿qué significa ésto para un cooperador? ¿Qué espera Don Bosco de los cooperadores de hoy?
Contestándote a la segunda pregunta, mucho. La crisis vocacional de salesianos consagrados hace que los cooperadores nos debamos emplear más a fondo, de manera que paliemos en lo posible esa carencia que por otra parte no llegaremos a satisfacer del todo. En cuanto a la primera, habría que distinguir entre los niños y jóvenes que acuden a colegios religiosos y los que acuden a públicos, yo creo que éstos están más desasistidos y los cooperadores que se relacionan, por su profesión, con ellos, no deben de dejar de dar testimonio y ejemplo de buen cristiano, sin esperar nada a cambio, sólo pretender sembrar la semilla que ya fructificará.
Actualmente, ¿qué pregunta se deberían hacer los salesianos cooperadores?
¿Qué hace un tipo como yo en un sitio como éste? Y actuar en consecuencia.